PAZ

DOMINGO III DE PASCUA CICLO B

Domingo 15 de Abril de 2018

REFLEXIÓN

          1.-Las constantes apariciones de Jesús resucitado a sus discípulos contribuyen a fortalecer su fe, superar los miedos y las dudas, recuperar la alegría y recordar que han de ser testigos en todo el mundo de todo lo que ellos han vivido, y que el Señor ofrece a todos los hombres el perdón de los pecados y una vida nueva.

          2.- Me parece importante que hoy nos fijemos en dos palabras: La paz y la alegría.

          Es la PAZ lo primero que experimentan los discípulos en cada encuentro con Jesús resucitado que les hace superar todos sus miedos.

          ¿Tenemos nosotros paz? ¿Necesitamos recuperarla?

++A poco que reflexionemos nos daremos cuenta de que muchas veces nos falta paz con nosotros mismos. Nos falta paz por lo que somos y por cómo somos. Por cómo es nuestra vida, nuestro trabajo o la falta de él, nuestra apariencia externa, nuestra forma de ser, nuestras reacciones, nuestros comportamientos.

          Nos proponemos cambiar y no lo conseguimos, bien porque no lo tomamos en serio, o porque somos inconstantes y nos cansamos pronto. Y siempre estamos a disgusto con nosotros mismos.

++Nos falta paz con los demás.

          Nuestra manera de ser provoca enfrentamientos, enfados, situaciones conflictivas y distanciamiento con otros. Nuestro orgullo nos hace ser rencorosos, poco dispuestos a pedir perdón y a perdonar, poco comprensivos, poco pacientes y nada pacificadores. Nuestras reacciones son desproporcionadas y terminamos no sabiendo salir de la situación.

++Nos falta también paz con Dios.

          Nos alejamos de Él, nos remuerde la conciencia por nuestro comportamiento, le echamos las culpas de todo lo que nos ocurre, sólo acudimos a Él cuando nos conviene y queremos que nos haga caso enseguida.

          Como los discípulos queremos evidencias, queremos tocar, palpar, tener pruebas que nos den seguridad. No dejamos que nos quiera, que nos abrace, que nos perdone, que nos ayude, que nos acompañe en nuestro día a día.

          No dejamos que abra nuestro entendimiento para comprender su Palabra, para que nos enseñe lo que desea y espera de nosotros. Queremos más bien que haga nuestra voluntad y nos cuesta aceptar que hemos de hacer la suya.

          El Señor pasa constantemente por nuestra vida y con esas actitudes le dejamos escapar.

          3.- La falta de Paz nos quita la ALEGRÍA. Y sin alegría no podemos vivir como hombres nuevos, renovados y resucitados, capaces de sonreír incluso en los momentos difíciles, capaces de confiar siempre en el Señor y encontrar en Él paz, capaces de ser bondadosos, pacíficos, pacientes y pacificadores. No podemos ser hombres de esperanza.

          Nuestro mundo está cansado de palabras vacías y promesas no cumplidas. Necesita comprobar que Jesús cambia nuestra vida y nuestra manera de hacer las cosas. Necesita comprobar en nosotros que las palabras y las promesas de Jesús son creíbles porque que cumplen. Necesita que seamos testigos evangelizadores y anunciadores.

REFLEXIONEMOS un momento sobre todo esto y pidamos al Señor su PAZ Y SU ALEGRÍA como fruto en nosotros de la Resurrección.

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