ENAMORADOS

DOMINGO XXIII DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO C

Domingo 4 de Septiembre de 2016

REFLEXIÓN

1.- Seguro que nos parece duro y exigente lo que les pide Jesús a sus discípulos y que acabamos de escuchar, pero hemos de intentar entenderlas y ver cómo podemos ponerlas en práctica.

Todos nosotros alguna vez hemos estado enamorados. A lo mejor no recordamos cómo fue, en qué momento, como se produjo. Pero en cualquiera de los casos para llegar a estar enamorados son necesarias dos cosas:

Conocer bien a la persona: Su carácter, sus cualidades, sus defectos, sus estudios, su formación humana y religiosa; sus criterios sobre todos los aspectos de la vida: la familia, la educación de los hijos, sus criterios sobre el trabajo, las cuestiones sociales, políticas, religiosas…

Para todo eso hace falta tiempo para hablar, para compartir intimidades, para expresar  el cariño; expresar la necesidad de amar y ser amado, comprendido, aceptado, apoyado… Tiempo para crecer  juntos, para madurar, para consolidar el amor…

         Cuando se está realmente enamorado se es capaz de todo: dejar la familia, el trabajo la ciudad donde se está viviendo, los amigos… para poder realizar juntos  el propio proyecto de vida. Y todo eso, aunque cueste, se hace con alegría y con ilusión porque se está convencido de que vale la pena.

2.-Pues a eso se refiere Jesús cuando afirma que para ser su discípulo,  El ha de ser el amor primero, hasta el punto de que todo lo demás ha de ocupar un segundo lugar.

Y aunque no sea fácil y suponga dificultades (las cruces con las que hay que cargar para seguirle) asumirlas con alegría, con fortaleza, con ánimo  y esperanza, porque estamos seguros de que amar a Jesús y ser amados por El, es un tesoro tan grande que compensará cualquier esfuerzo y sacrificio y siempre diremos que ha valido la pena.

3.-  Para poder estar enamorados de Jesús también hace falta conocerle bien y dedicarle tiempo. De lo contrario seremos sus amigos, tendremos buena relación con Él, pero más de una vez no le echaremos en falta y nuestra vida cristiana será mediocre y un poco fofa y superficial.

¿Qué estamos dispuestos a hacer? ¿Queremos ser verdaderos discípulos de Jesús? ¿Queremos estar enamorados de El para que nos llene totalmente y dé sentido a nuestra vida?

Que el Señor nos dé su Luz y su fuerza para que vayamos descubriendo lo que espera de nosotros  y lo que estamos dispuestos a responder.

Marcar el enlace permanente.