CONVERTIOS

DOMINGO II DE ADVIENTO CICLO A

Domingo 4 de Diciembre de 2016

REFLEXIÓN

         1.- En este segundo domingo de Adviento la Palabra de Dios nos pide con urgencia que nos convirtamos:¡Convertíos porque está cerca de vosotros el reino de los cielos! ¡Preparad el camino al Señor! ¡Allanad sus senderos!

         La conversión es tomar la decisión de cambiar de vida, hacer las cosas de otra manera, y para eso es necesario tener en cuenta varias cosas:

*Es imprescindible la humildad, reconocer con sinceridad y valentía todas las cosas que hacemos mal, todo aquello que está pegado en nuestro corazón que hace difícil la presencia de Dios en nosotros, todo lo que hacemos que hace daño a los demás.

         Sólo cuando somos capaces de ver todo lo que en nosotros no es bueno  es cuando nos damos cuenta de que necesitamos cambiar.

*Es necesario el esfuerzo para allanar el camino que haga posible que el Señor llegue a nuestro corazón iluminando nuestra vida, haciéndonos descubrir que de esa manera vivimos con más alegría y somos más felices.

         A ese esfuerzo por cambiar la llamamos penitencia. Una penitencia que comienza con la escucha de la Palabra que nos invita al cambio, llega a nuestro corazón y del corazón a la vida entera.

*También es necesaria la constancia porque la conversión no es sólo el cambio puntual propio de la preparación a celebrar el Nacimiento de Jesús, sino que es una actitud permanente de esfuerzo que dura toda nuestra vida para que no perdamos la orientación en nuestro caminar al encuentro del Señor y tampoco nos descuidemos de forma que dejemos que vayan de nuevo apareciendo obstáculos.

 

         2.- La conversión requiere una actitud de vigilancia permanente, para apartar tantas cosas que la publicidad y la ansiedad consumista nos hacen olvidar que necesitamos una renovada presencia del Señor en nosotros, un nuevo nacimiento de Jesús en nuestra vida, de modo que su lugar no sea ocupado por múltiples manifestaciones del pecado (fiestas, comilonas, borracheras, enfados, peleas, mentiras, agresividad…) que convierten la Navidad en una fiesta pagana haciéndonos olvidar su verdadero sentido.

Reflexionemos pues un momento:

+¿Qué hemos de quitar de nuestro corazón?

+¿Qué hemos de apartar para que nuestra celebración sea verdaderamente una fiesta cristiana?

+¿Qué camino hemos de recorrer para que el Señor nazca de nuevo en nuestro corazón?

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