COGE TU CRUZ

DOMINGO XIII DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO A

Domingo 2 de Julio de 2017

REFLEXIÓN

         1.- Las palabras de Jesús que acabamos de escuchar nos parecen muy duras y nos hacen pensar que ser cristiano es muy difícil.  Jesús lo sabe y nunca nos engañó.  Sí no cogemos la cruz y le seguimos no somos sus discípulos.

         En primer lugar nos hemos de preguntar cuál es la cruz que hemos de coger. Para ello nos hemos de parar y reflexionar para descubrir, reconocer y aceptar nuestras cruces, sin engañarnos a nosotros mismos.

=La primera cruz son nuestros afectos. Tenemos nuestro corazón atado por afectos, muchas veces legítimos,  a personas que nos hacen difícil seguirle: Nuestra familia, nuestros amigos; apegos a nuestra seguridad y estabilidad en el trabajo, en el entorno en que vivimos.

=Otra cruz somos nosotros mismos: Nuestro carácter y nuestra forma de ser, nuestras limitaciones y debilidades, nuestros pequeños o grandes vicios. Pueden ser los achaques de la edad, una enfermedad, un fracaso profesional o familiar, una complicación o dificultad económica…

=Otras veces son los demás al sentirnos rechazados, humillados, maltratados, calumniados, criticados… Porque hemos sufrido maledicencias, envidias, injusticias, zancadillas, violencias…

         2.-  ¿Qué quiere decir cargar con nuestra cruz?

*En primer lugar no echar la culpa al Señor de todos nuestros males, nuestros sufrimientos y dificultades, porque con mucha frecuencia la culpa es de los demás o son situaciones que forman parte de la vida.

*Después no hundirnos por falta de autoestima y de serenidad, ni desanimarnos, ni perder la esperanza de que todo puede cambiar y mejorar.

*Confiar en que el Señor nos quiere y nos cuida, siempre está a nuestro lado para que no nos sintamos solos, ser nuestra fuerza y nuestro apoyo en nuestro camino de todos los días.

*Y a pesar de todo, seguir diciendo: Señor te quiero. Sé que me quieres. Quiero ser como Tú. Sé que contigo estoy seguro.

         3.- Que seguimos a Jesús se nota en que, a pesar de nuestras dificultades, nuestros problemas y sufrimientos, seguimos teniendo un buen corazón, capaz de ver las cosas buenas de la vida, de pensar y ayudar a los demás, de ser acogedores como la Mujer de Sunam tal como hemos escuchado en la primera Lectura, o haciendo algo tan sencillo como ofrecer un vaso de agua fresca al sediento.

         A nuestro lado hay muchos sedientos no sólo de agua sino también de cariño y ternura, de compañía y de respeto, de ser escuchados; de recibir apoyo, ayuda…

 

=Pensemos en un momento de silencio cuáles son nuestras cruces. Intentemos reconocerlas y aceptarlas.

=Pidamos al Señor que Él sea el Cirineo que nos ayude a caminar con ellas siguiéndole.

=Pensemos en las cruces de los demás y repartamos muchos vasos de agua fresca. Hay muchas personas con el corazón reseco y sedientos de cariño y de atención.

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