CIEGOS

DOMINGO IV DE CUARESMA CICLO A

Domingo 22 de Marzo de 2020

REFLEXIÓN

          1.- Más que en el milagro físico de sanar la ceguera de aquel hombre, Jesús nos ofrece la posibilidad de reflexionar sobre tantas cegueras con las que vivimos y de las que sólo Él nos puede sanar.

          Se me ocurre una reflexión a partir de la situación en la que nos encontramos en estos momentos:

          Un bichito (como dicen los niños) un virus microscópico pone en peligro a toda la humanidad, nos pone en el peligro de una destrucción masiva del hombre.

          Un bichito frente a la soberbia, el engreimiento y el endiosamiento del hombre que se cree un dios, dueño de la creación, capaz de decidir lo que está bien y lo que está mal, destructor de la casa común por intereses egoístas y económicos, capaz de dejar morir de hambre a millones de personas sin que le remuerda la conciencia y sin promover una movilización mundial para resolverlo, capaz de provocar guerras destructoras en las que mueren millones de personas por la única razón de querer mantenerse en el poder a cualquier precio.

          Un bichito que ante una pandemia de semejantes dimensiones provoca un choque entre países y multinacionales farmacéuticas para llevarse la gloria de haber dado con el medicamento y con la vacuna, y la propiedad millonaria de los fármacos, que puedan resolver la situación.

          Un bichito que todo lo puede destruir pone en jaque a todo el mundo.

          2.- Y ante todo esto estamos ciegos. Nuestra ceguera es peor que una ceguera física porque nos hace perder de vista que somos muy pequeños, muy débiles, muy poca cosa. Que no tenemos los medios suficientes, ni la capacidad intelectual suficiente ni siquiera para organizarnos bien y aprovechar bien todos los recursos de que disponemos.

          Dedicamos demasiado tiempo a echarnos culpas mutuamente por los errores cometidos, y desafiar de forma egoísta, y como si de algo gracioso se tratase, las normas impuestas para protegernos mutuamente del daño que nos podemos hacer.

          Demasiado preocupados por intereses de partido olvidando el bien común.

          Olvidamos, como hacemos tantas veces, lo que la S.E. y lo que Jesús nos repitió insistentemente: “Sin Mí no podéis hacer nada”. “Si el Señor no guarda la ciudad, en vano se cansan los centinelas”.

          3.- Quizá estamos ciegos para darnos cuenta de que este tiempo de confinamiento nos ofrece la posibilidad de recuperar cosas importantes que hemos perdido: la vida familiar, el diálogo, la colaboración, la paciencia, la generosidad, la comprensión. Una ocasión para conocernos más valorando lo bueno que tenemos cada uno y aprendiendo a aceptar y perdonar lo que nos disgusta ya que todos tenemos defectos y momentos de bajón. Adquirir el hábito de decir gracias, me gusta, por favor, lo siento.

          Quizá tampoco nos damos cuenta de que puede resultarnos más fácil encontrar tiempo para rezar, para leer la palabra de Dios, especialmente los pasajes de la pasión del Señor que nos ayudarán a vivir esta cuaresma y esta Semana Santa de otra manera. Tiempo para rezar en familia.

          El Señor está dispuestos a curar nuestras cegueras sin que se lo pidamos, como en el Evangelio de hoy, pero es preciso que nos acerquemos a Él y dejemos que haga el milagro.

Recemos, Recemos, Recemos. Pidamos que nos haga recuperar una mirada limpia.

          Pidamos que nos cure.

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