EL BUEN PASTOR RECONOCE A SUS OVEJAS

DOMINGO IV DE PASCUA CICLO B
Domingo 26 de Abril de 2015
REFLEXION
Este pasaje del Evangelio siempre me interpela y siento la necesidad de enfrentarme conmigo mismo, puesto que participo en la tarea de pastor. Y mirarme a mí mismo me lleva a hacerme una serie de preguntas:
1. ¿Soy un pastor como el Señor quiere? ¿O soy un asalariado que hace las cosas por obligación, sin interés y sin poner en ellas el corazón?
2. Mis ovejas me conocen, pero, ¿conozco yo a mis ovejas? ¿Sé cuáles son sus necesidades? ¿Me preocupo de todas por igual?
3. El pastor bueno da la vida por las ovejas, las defiende, las cuida, procura que no se pierda ninguna, que caminen todas juntas, unidas. ¿Hago yo lo mismo?
4. Pero también pienso que no son sólo los sacerdotes quienes participan de la tarea de pastor.
Son también pastores los padres de familia:
¿Conocéis los padres a vuestros hijos?
¿Sabéis cuáles son sus preocupaciones, necesidades y problemas?
¿Les dedicáis tiempo; les escucháis con atención?
¿Mantenéis la unidad familiar procurando tratar a todos por igual, pero preocupándoos de lo que cada uno necesita en particular?
Son también pastores los educadores:
¿Conocéis a vuestros alumnos?
¿Sabéis lo que necesitan?
¿Les dedicáis el tiempo que requieren?
¿Tenéis en cuenta que educar no es solamente enseñar sino sacar lo mejor que hay en cada uno?
Son también pastores los gobernantes: que han de ser servidores de los ciudadanos, atendiendo a sus necesidades y no solamente a sus intereses personales o de partido.
Son también pastores los directores de empresa.
Los responsables de recursos humanos.
Los médicos.
Los catequistas…
El Señor quiere que seamos pastores los unos de los otros.
Dar la vida por los demás nadie nos lo exige; lo hacemos porque queremos.
Pero hay responsabilidades que no podemos eludir porque van unidas a la opción de vida que cada cual ha elegido. Y lo que hemos de hacer, hemos de procurar hacerlo bien.
Hoy celebra la Iglesia la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones.
Pidámosle al Señor que cada uno de nosotros aprendamos a vivir la vida como una vocación, porque de esa manera serviremos mejor a los demás y agradaremos más al Señor.

Marcar el enlace permanente.