CODICIA

DOMINGO XVIII DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO C
Domingo 31 de Julio de 2016
REFLEXIÓN
         1.- El problema entre dos hermanos por el reparto del herencia, le da pié a Jesús a proponer la parábola del hombre rico.
         Personas como él, preocupadas en exceso por el dinero y la acumulación de bienes materiales, hay muchos en nuestra sociedad. Pero hemos de fijarnos no sólo en los grandes escándalos, sino también en nosotros mismos.
+Con frecuencia nos quejamos de que tenemos un sueldo corto y no llegamos a final de mes; y aunque en ocasiones puede ser verdad, también puede ser una manera de manifestar nuestra preocupación excesiva por tener y ganar más.
+Ambicionamos un cargo más alto para ganar más. Tener una segunda vivienda. Poder gastar en viajes, en caprichos, en ropa de marca para poder cambiar de vestuario cada día estando siempre a la moda
+Deseamos tener de sobra para no preocuparnos de nuestro futuro
         Podríamos seguir haciendo una lista más larga, pero con esto tenemos bastante para reconocer que somos codiciosos y a veces mucho.
         2.- En la parábola, el Señor nos recuerda: ¿No te das cuenta de que esta noche (o en cualquier momento inesperado) te van a pedir la vida y tendrás que dejar todo lo acumulado?
         Si sólo nos dejamos llevar por la codicia, no seremos felices. La preocupación por los bienes materiales sólo produce agobios y sufrimientos, envidias, enfrentamientos incluso entre familiares por cualquier situación en la que esté presente el dinero.
         Esforcémonos en acumular benes espirituales, esos bienes que siempre llevaremos con nosotros y que nadie nos quitará.
         Esos bienes son precisamente las obras de misericordia, esas obras en las que se manifiesta el Amor Misericordioso de Dios que debe llenar nuestro corazón y que podemos repartir a manos llenas. Pero para eso hemos de esforzarnos por cuidar y hacer crecer la vida de Dios que hay en nosotros.
         Hemos de aprender a vivir con dignidad, pero con austeridad para poner al servicio de los demás tantas cosas que no necesitamos y que nos sobran, y así poder aliviar las necesidades de los que tienen menos que nosotros.
         Que el Señor nos enseñe a ser codiciosos y almacenar los bienes que le son agradables porque manifiestan su amor misericordioso.

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