SEMANA POR LA VIDA

 Coincidiendo con la Fiesta de la Encarnación de Jesús en el seno de María, celebramos la SEMANA POR LA VIDA

   Toda vida es un don que Dios ha puesto en nuestras manos para que la disfrutemos, la aprovechemos para nuestro bien y el bien de los demás, para ser felices y hacer felices a los demás. No obstante no todo el mundo lo tiene así de claro.

   Hemos desarrollado una cultura de lo cómodo y lo fácil  que nos ha instalado en un egoísmo tan radical que sólo buscamos y nos interesamos por lo que es bueno para nosotros aunque sea perjudicial y haga daño a los demás. Nos hemos convertido en personas egocéntricas y caprichosas, nuestros deseos son órdenes, y cuando no nos hacen caso o no conseguimos lo que nos hemos propuesto, reaccionamos con una violencia desproporcionada que se convierte en malos tratos, humillaciones y en demasiadas ocasiones pone en peligro o atenta directamente contra la vida de los demás.

   Un anciano es un problema aunque sean nuestros padres. Un niño también lo convertimos en un problema aunque sea nuestro hijo. Las enfermedades terminales siguen el camino de ser un problema. ¿Por qué?, porque necesitan de nuestros cuidados y nuestras atenciones, necesitan de nuestra compañía y nuestro cariño, necesitan de nuestro tiempo… y todo eso altera nuestros planes, resta tiempo para la diversión, el entretenimiento, salir de fiesta o de viaje… Llega un momento en que las personas se convierten en obstáculos para nuestra vida egoísta y cómoda, obstáculos que hemos de eliminar cuanto antes. 

   Nuestro corazón se ha hecho insensible ante el sufrimiento y las necesidades vitales de los demás. Pasamos de  largo ante los que permanecen sujetos en la cama de un hospital, ante los ancianos que están solos y olvidados en una residencia, ante los excluidos porque no son de nuestro país y carecen de vivienda digna, de atención sanitaria, de opciones de trabajo, de acceso a la educación; permanecemos indiferentes ante los que viven en la calle y estamos tan acostumbrados a ellos que forman parte del mobiliario urbano sin que nos demos cuenta de que están ahí; ya no nos afectan ni alteran nuestra vida las víctimas de los malos tratos, del terrorismo, de la violencia gratuita, de las guerras… 

   Necesitamos reflexionar, preguntarnos cuáles son nuestras actitudes y nuestros comportamientos ante tantas situaciones que atentan contra la vida, si cuidamos nuestra vida o la sometemos a situaciones límite que la ponen en peligro, si cuidamos y protegemos la vida de los demás. 

   Hemos de preguntarnos y reflexionar si cuidamos la Creación, la naturaleza, todo lo que vive y constituye nuestra casa común, o simplemente, como en tantas ocasiones, también somos egoístas y dejamos suelta nuestra agresividad para maltratar y destruir caprichosamente como si fuera sólo nuestro lo que es de todos.

  La Semana  por la Vida nos ofrece una ocasión para reflexionar, para rezar y tal vez para cambiar alguno de nuestros comportamientos. No la desperdiciemos.

   

 

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