CULTO VACIO

DOMINGO XXII DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO B

Domingo 2 de Septiembre de 2018

REFLEXIÓN

          1.- Con la intención de ayudar a cumplir los mandamientos, el pueblo de Israel fue desarrollando una serie de preceptos que terminaron convirtiéndose en un montón de normas absurdas, superficiales y agobiantes que hicieron olvidar lo fundamental de la Ley: El Amor a Dios y el amor a los demás. Se olvidaron de que el Señor les dijo: “No añadáis ni quitéis ninguna palabra a lo que Yo os mando”.

          Jesús les acusa de practicar un culto a Dios sin corazón: “Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de Mí. Su culto es un culto vacío porque las doctrinas que enseñan son preceptos humanos.”

 

          2.- Nosotros debemos preguntarnos si muchas veces no caemos en la misma trampa que el Pueblo de Israel practicando una religiosidad vacía porque estamos demasiado preocupados del cumplimiento de unas normas, preceptos y prácticas piadosas vacías y sin corazón, que también son preceptos humanos.

          Jesús nos advierte que hemos de preocuparnos de nuestro corazón. Cuando está vacío o alejado de Dios, brotan de él toda clase de maldades: mentiras, violencia, envidia, hipocresía, avaricia, orgullo, pereza… Todos estos comportamientos que, antes de convertirse en actos, han sido pensamientos, deseos y actitudes que han crecido en nuestro corazón.

          Hemos de cuidar nuestro corazón. Hemos de procurar que el centro de toda nuestra vida sea al Amor a Dios y el empeño de amar a los demás con la misma intensidad con que Dios los ama. Y para eso necesitamos ser cada día mejores cristianos con la escucha y la reflexión de la Palabra de Dios, la oración, la Eucaristía, la revisión diaria de nuestro comportamiento para poder ir corrigiendo, aunque sea poco a poco, todo aquello que no es propio de un discípulo de Jesús.

          Ese cuidado es una tarea de toda nuestra vida, porque es fácil equivocarnos, hacer el mal que no queremos y caer constantemente en la tentación.

          Si nos preocupamos de cuidar nuestra salud y nuestro cuerpo, preocupémonos también de cuidar la salud y la vida de nuestra alma.

 

EN UN MOMENTO DE SILENCIO

++Preguntémonos como es nuestra relación con Dios y qué debemos mejorar

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