La imposición de la ceniza nos hace recordar cómo nuestras debilidades y pecados van ahogando y apagando el fuego y la intensidad de nuestra fe.
Para limpiar nuestras cenizas y recuperar la vitalidad y la fortaleza de nuestra fe, la Palabra de Dios nos ofrece tres medios: EL AYUNO, LA ORACIÓN Y LA LIMOSNA.
Durante la Cuaresma recordamos la práctica del ayuno y la abstinencia , procuramos el cumplimiento literal de esta norma pero solemos olvidar su verdadero significado ya que no nos sirve para renovarnos y purificarnos espiritualmente.
Hemos de reflexionar para que podamos practicar el ayuno y la abstinencia de forma más actual y provechosa tal como nos aconseja el Papa Francisco:
+Abstenernos de un café, una cerveza, un aperitivo… y convertir esa abstinencia en una limosna.
+Abstenernos de tanta TV para tener tiempo para rezar, leer, dedicar más tiempo a los hijos, a la pareja, a los amigos…
+Reunir ropa en buen estado y que no utilizamos para que pueda ser aprovechada por los que carecen de ella.
+Abstenernos de criticar y murmurar procurando fijarnos en lo bueno que tiene cada persona.
+Dejar de quejarnos constantemente y tener un poco más de espíritu de sacrificio.
+Abstenernos del mal humos y sonreír a quien se acerque a nosotros.
Ese es el ayuno y la abstinencia que Dios quiere. Un ayuno y una abstinencia que nos ayude a ser mejores personas y a pensar más en los demás.