FRUTOS

DOMINGO XXVII DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO A

Domingo 4 de Octubre de 2020

REFLEXIÓN

          Os ofrezco hoy dos reflexiones diferentes de este pasaje del Evangelio.

          1.- Podemos pensar que la Viña del Señor es todo lo que Él ha Creado, esa Casa Común que es la Naturaleza, tan llena de hermosura, creada con tanto mimo y tanto cuidado, que ha puesto en nuestras manos confiando en que cuidaríamos de ella, disfrutaríamos de su belleza, aprovecharíamos sus frutos para nuestra alimentación y nuestra supervivencia.

          Esperaba el Señor que supiéramos cuidar el inmenso regalo que es nuestra Casa Común, pero contempla con tristeza cómo la hemos maltratado, la estamos destrozando, abusamos de ella no para nuestro bien sino movidos por ambiciones materialistas y egoísmos.

          Nos quejamos de los enormes desastres naturales que ponen en peligro nuestra vida y la vida de todo lo creado, pero nos olvidamos de que la Naturaleza tiene vida propia y se defiende cuando es maltratada y destruida.

          Como en el Canto de Amor a la Viña de la primera lectura el Señor contempla con tristeza los frutos amargos de nuestro mal comportamiento y nuestra irresponsabilidad. Pero también espera que reflexionemos, que cambiemos de actitud y volvamos al cuidado responsable de lo creado para que brille en todo su esplendor porque la creación entera es un reflejo de su Sabiduría y de su Amor.

          2.- También podemos pensar que la Viña del Señor somos nosotros. Hemos recibido de Él la vida del cuerpo y también la vida de Dios porque nos ha creado a su imagen y semejanza, y la hemos recibido en plenitud en el Bautismo y la Confirmación.

          Espera que cuidemos, protejamos, defendamos la vida, la disfrutemos y la aprovechemos de modo que desarrollando nuestras cualidades demos frutos abundantes para nuestro bien y el bien de los demás, y así la vida sea una fiesta para todos.

          Nos ha regalado Su Vida para que, la cuidemos la protejamos y la hagamos crecer para que cada día nos parezcamos más a Jesús en nuestra forma de pensar y nuestra manera de comportarnos. Y, aprovechándola y disfrutándola, llenemos el mundo de bondad, de generosidad, de armonía, de misericordia, de justicia, de paz.

¿Qué frutos estamos dando?

         ¿Cuidamos la naturaleza con el cariño y el esmero que fue creada y Dios la puso en nuestras manos?

¿Está el Señor contento porque con nuestra forma de ser nos parecemos a Él y le hacemos presente en el mundo llenándolo de Amor y de bondad?

¿Está el Señor triste y decepcionado porque estamos estropeando su Vida y damos frutos malos y amargos de desamor, violencia, injusticia, falta de misericordia y ofrecemos una imagen de Dios borrosa y distorsionada?

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