ATRAPADOS

DOMINGO XXII DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO A

Domingo 30 e Agosto de 2020

REFLEXIÓN

  1. A los discípulos les costaba entender que para seguir a Jesús era necesario cargar con la cruz y pasar por el sufrimiento. Por eso, cuando Jesús les hablaba de que era Él el primero que iba a sufrir y que iba a ser crucificado, se resistían a aceptarlo incluso protestando con energía como lo hizo Pedro.

          Jesús le recrimina con dureza, incluso llamándole Satanás, porque piensa con criterios humanos y no como Dios.

 

          2.- También a nosotros nos cuesta aceptar que seguir a Jesús lleva consigo cargar con la cruz y renunciar a muchas cosas, incluso estar dispuesto a perder la vida.

          Nos cuesta aceptarlo porque en la escala de valores de nuestro mundo se evita por todos los medios incluir y hablar del sufrimiento y se pondera sobre todo y a cualquier precio el bienestar y la felicidad. Y ese bienestar y felicidad no se entienden con los criterios de Dios.

          Es necesario que entendamos que vivir poniendo en práctica las enseñanzas de Jesús implica muchas veces renunciar a lo cómodo y lo fácil, ir contra corriente, tener que aceptar críticas, desprecios y humillaciones, y eso es a lo que Jesús se refiere cuando habla de cargar con la cruz y perder la vida.

 

          3.- Así hemos de entender la primera lectura: Jeremías no quiere pasar su vida denunciando el pecado, la corrupción, la maldad que se ha instalado en el Pueblo de Dios; se resiste a estar recibiendo constantemente denuncias, desprecios y amenazas, pero a la vez se siente seducido por Dios, atrapado por el Amor de Dios hasta lo más profundo de su ser y no pue dejar de proclamar lo que Dios le pide por medio de esa Palabra de Dios que arde en su corazón como fuego, con una fuerza a la que no se puede resistir.

          Por eso mismo hemos de entender a la luz de la experiencia de Jeremías, que nosotros tampoco podemos seguir a Jesús con fidelidad, renunciar a muchas cosas y aceptar muchos sufrimientos, si no estamos atrapados y seducidos por el Amor de Dios, si no estamos apasionadamente enamorados de Jesús y no queremos apartarnos de Él de ninguna de las maneras.

 

          4.- Hagamos de esta reflexión de la Palabra Dios un motivo de oración, reconociendo ante el Señor que es débil nuestra fe, que nos cuestan mucho esas renuncias que a veces hemos de hacer, que nos sentimos sin fuerzas para llevar la cruz de las injurias y los desprecios que a veces hemos de padecer.

          Pero sobre todo pidámosle que cada día nuestro Amor a Él sea más grande y nos sintamos atrapados y seducidos por esa fuerza de su presencia en nosotros hasta el punto de no estar tranquilos y no vivir con alegría si no estamos con Él y haciendo lo que Él nos pide.

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