AMAR

DOMINGO XXX DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO A
Domingo 26 de Octubre de 2014
 REFLEXIÓN

          1.- Siempre hemos aprendido que los diez mandamientos de la Ley de Dios se resumen en dos: ”Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo”.
Siempre pensamos o decimos que cumplir el primero es imposible. No podemos amarlo más que a los padres, los hijos… Sin embargo si nos preguntan  a quién amamos más: a los padres o al esposo o la esposa, o a los hijos…la respuesta es “que son amores distintos”.
Pues lo mismo ocurre con amar a Dios sobre todas las cosas. Son amores distintos. De Él lo hemos recibido todo, y amarle sobre todas las cosas es un amor agradecido y justo. Es dejar  que Él ocupe en nuestra vida el lugar que le corresponde. Y es compatible amarle sobre todas las cosas con nuestros otros amores.
Él debe ser siempre nuestro amor primero. El que ocupe el primer lugar.
2.- Amar al prójimo como a nosotros mismos nos conduce a otra reflexión. ¿Es amar a los demás como nos gusta que nos amen a nosotros o amarlos como los ama Dios?
Es un amor que debe manifestarse en obras, y tampoco debe ser tacaño. Se  ha de concretar en obras y actitudes justas y generosas.
La primera lectura nos ofrece algunas propuestas que conviene tener en cuenta.

  • No oprimirás al forastero ni al emigrante, porque también vosotros lo fuisteis, y actualmente muchos también lo son porque salen en busca de un trabajo y una vida digna. Y hay veces que no nos comportamos así.
  • No explotarás al huérfano y a la viuda. Ellos gritarán a mi y yo les escucharé.

Los huérfanos y las viudas eran los más necesitados y excluidos en la época de Jesús; y nosotros caemos fácilmente en pasar de largo ante los más excluidos y ofrecemos salarios injustos aprovechándonos de su situación.

  • Si prestas dinero a un pobre no serás usurero cargándole intereses injustos.
  • Y podríamos ir añadiendo otras actitudes y comportamientos, como saber escuchar, regalar nuestro tiempo, compartir lo que tenemos, acoger con bondad…

3.- El Evangelio de hoy nos urge a hacer una revisión de nuestra vida ayudados por la primera lectura.  Preguntémonos si amamos a Dios de todo corazón y al prójimo como lo ama el Señor y veamos hasta donde buscamos justificaciones a unos comportamientos que no son propios de un cristiano.
Pero no olvidemos nunca que el Señor a nosotros sí nos ama.